Mi vecino es ladrón, sicario y hasta guerrillero
Por: Cristian
Maisincho
Así es como mucha
de la gente señala a las personas cuando tienen la nacionalidad de nuestro
vecino país, Colombia. Es una realidad muy dura la que enfrentan estos
extranjeros día a día en todo el mundo, y nuestra ciudad, no ha sido la
excepción a la hora de juzgar a estas personas
John Anderson, un
joven del vecino país con apenas 21 años de edad, se dedica a vender discos
compactos (CD) en los buses del terminal terrestre de Latacunga, para poder
sustentar a su hijo y esposa.
Me quise poner en
los zapatos de John Anderson aunque sea por un momento, por lo que me tomé el
atrevimiento de acompañarle a realizar su labor. Me sentí un poco incómodo, con
los nervios de punta, pero sobre todo tenía el temor de que algún conocido me mirara,
me preguntaba, qué pasaría si me llegara a mirar una amiga, un familiar, y ¿qué
tal una ex novia?, para serles sincero, hubiese salido corriendo, o no sé realmente
cuál hubiese sido mi reacción, y aunque ningún trabajo es motivo para
avergonzarse, ellos no entenderían lo que yo trataba de hacer, pero bueno, a
esas alturas de la vida… más reversa tenía un avión; yo debía continuar.
Miraba para todos
los lados antes de subirme al bus, mis dos compañeros me empujaban con sus
palabras y sonreían al disimulo para que yo no me sintiera mal, no sé cómo
estaba mi rostro en ese momento, pero era algo obvio que mi cara les causaba
mucho chiste. Escuché de repente: “hágale mijo camine pal bus”, esa era la voz
de John Anderson, la hora ha llegado y yo debía ir tras él, mientras caminaba
sentía que todos me miraban, pero ya no importaba, he tenido muchas
experiencias en la calle y ésta no me derrotaría, así que empecé a pasar por
todos los asientos del bus ofreciendo los CD, pero nadie me compro nada, ni
siquiera me los recibían, volví y me subí en otro bus pero corrí con la misma
suerte, me pregunté entonces: ¿será que lo estoy haciendo mal?, ¿o será que con
esto de la tecnología ya nadie escucha música en CD?
El sol hacía de las
suyas, sudaba mucho, pero ahora que lo pienso mejor, creo que era más por los
nervios que sentía en ese momento. John Anderson estaba feliz, claro, eso era
de esperarse, esa es una de las características que tienen los colombianos,
además me decía: “relájese parcero ya va a ver que en el próximo bus los
vendemos todos”.
Cansado ya del trajín,
me senté a tomar una agua, cuando de repente a mis espaldas escuche ruido, o mejor
dicho, escuché el acentito colombiano de John, me di la vuelta rápidamente y
John Anderson ya era parte de la discriminación que el colombiano se gana en
todo el mundo, la policía lo tenía rodeado, observaba a lo lejos cómo le
quitaban su bolso y lo arrinconaban a la pared. Mientras me acercaba, asustado
decía: “dios, ¿con quién estaba yo hablando?, el tipo es un prófugo de la
justicia y yo campante a su lado”. Cómo les parece, el burro hablando de orejas,
hablándoles de discriminación y yo también ya estaba juzgándolo.
Sin saber qué hacer
ni decir, me puse solo a mirar lo que pasaba, hasta que mi compañera me dice: “graba
cris, graba”. Demonios ¿cómo lo pude olvidar? Estaba realizando un trabajo y
por un momento lo había olvidado, de seguro fue porque todo paso muy rápido, le
pedí entonces el celular a mi otro compañero, era uno de alta tecnología, no lo
podía desbloquear, menos encontraba la opción video, y como el celular era
táctil tampoco podía deslizar mi dedo porque toda mi mano sudaba, pero bueno
comencé por fin a grabar, estaba moviéndome de lado a lado y poniéndome de
puntillas para no perder ningún detalle, hasta que un policía me dijo: “usted, ¿qué
está haciendo?, ¿tiene algún permiso para grabar? Identifíquese”. Me quedé sin
palabras, claro, era de esperarse, estoy apenas comenzando este oficio y los nervios
me traicionaron.
Sin embargo,
escuché a mi compañera decir: “realizábamos una crónica con el señor que
ustedes están requisando”, pero el policía entonces contestó: “¿a qué medio de
comunicación pertenecen?, ¿dónde están sus credenciales? No supimos qué decir,
si a duras penas yo solo tenía puesto el chaleco de la Universidad Técnica de
Cotopaxi, que tiene su sello en la parte delantera y atrás dice prensa, de
todas maneras eso tranquilizó un poco más a los uniformados. Pero como todo
buen ciudadano, les hice caso y dejé de grabar, me acerqué al disimulo a mi
compañero y le dije: “hazte el loco y sigue grabando”.
John Anderson, iba a
ser llevado a migración, por lo que rápidamente me puse a contar mis monedas
para ir en taxi tras él, pero en ese momento, llegó un patrullero y ordenó a
los demás uniformados que se retiraran del lugar, entonces el Cabo II Leonardo
Chasig, dijo: “recibimos una llamada al ECU-911, alertando que este y otros
individuos que laboran en el terminal, amenazan a los pasajeros para que
compren su producto”.
Julio Alomoto,
vendedor ambulante, en cambio asegura que fueron las mismas fruteras del sector
quienes llamaron a la Policía Nacional para que saquen a estas personas, y así
librarse de la competencia.
Sin embargo, Amparo
Taco, frutera del sector, desmintió esa versión y asegura que si la Policía
Nacional recibió una llamada de tal magnitud, es porque la ciudadanía se siente
insegura en los buses, con la presencia de estos vendedores.
Con los ánimos en
el piso por todo lo que pasaba, este joven ya no quería continuar con su labor,
se podía notar claramente su decepción, pero sobre todo su indignación e impotencia
de no poder hacer nada, la falta de recursos económicos era el pilar
fundamental de su preocupación, ya que para no tener que soportar todas estas
injusticias, debía tener todos sus papeles en regla y ahí surgía el pequeño
inconveniente, porque para esto necesitaba tiempo, dinero y viajar hasta la
capital, cosas que por el momento le resultaban imposibles.
De todas maneras,
John Anderson dice estar muy agradecido con este país, la gente que lo apoyado
en este lugar ha sido mucha, hace un llamado también a toda la ciudadanía, para
que reflexione un poco y entienda que no todos son cortados con la misma
tijera, todas las nacionalidades del mundo tienen personas buenas y malas como
en todas partes, pero esto no es motivo para que se le impida trabajar
dignamente, total, el único sueño de este joven es quedarse en Ecuador junto a
su hijo itan y esposa, que han tenido que salir de su tierra por la violencia, narcotráfico,
organización de bandas delincuenciales y por si fuera poco por la falta de
oportunidades que existe en su lugar de origen, “Pereira” ya que asegura que es
la segunda ciudad con mayor índice de desempleo a nivel de toda Colombia,
factores que conlleva a estas y muchas otras personas más, a un desplazamiento
obligatorio.
Sin duda alguna, es
una realidad muy cruel la que viven nuestros hermanos en el vecino país,
problemática que nos lleva a ser parte de esta discriminación sin darnos
cuenta, pero cabe mencionar que, “en todas las tierras, el Sol sale al
amanecer” (George Herbert), es decir, las personas son iguales en todo el mundo,
no cambia en nada el hecho de tener una nacionalidad diferente y menos por
pertenecer a este país, que lamentablemente ante la sociedad, se ha ganado
dicha reputación.
El artículo está muy bien, sin embargo, debemos notar que la historia empieza como un cuento de vida, luego es un crónica del peridista que cuenta en primera persona lo que hace y al final es una nota de prensa con contrastación de fuentes, me habría parecido un poco interesante saber cuanto vendió el sujeto de la hostoria, cuanto vende al día, la edad del hijo, cuanto tiempo lleva casado.
ResponderEliminarRepito la historia es muy buena pero a mi criterio falta definir el género periodístico, los felicito por la iniciativa, sigan adelante, SALUDOS a todos
Muchas gracias Darwin. Son sugerencias muy pertinentes, sobre todo viniendo de un buen periodista como usted. IDEA AL AIRE nació pretendiendo dejar volar la creatividad de los estudiantes de Comunicación Social de la UTC... Y en esos esfuerzos pueden faltar algunas cositas, pero lo importante es que comiencen a usar los recursos literarios, y de los géneros periodísticos. Sin duda seguiremos mejorando, con aportes como los suyos. GRACIAS
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