Solo por ser mujer...
Por:
Ximena Garzón
“Fue entonces cuando me convertí en
una trabajadora sexual. Pero mis hijos no se mueren de hambre, porque yo les
proveo de suficiente alimentación, vestimenta y educación […] Las trabajadoras
sexuales tienen los mismos derechos que cualquier otra persona”. Así se refiere
Carolina al trabajo que realiza todas las noches.
La criaron como si tuviera la culpa de todo, le dijeron
que tenía que servir a un hombre, pertenecer a él y que no tenía derecho a nada,
por la condición de ser mujer. Trabaja en esta profesión desde los 17 años, su
padre la botó de la casa porque se quedó embarazada. Tuvo que salir para evitar
agresiones y proteger su embarazo, entonces se convirtió en madre soltera.
“Me dediqué a trabajar como empleada de un hogar durante
dos meses”, menciona. Luego de unos días de dar a luz, su hijo se enfermó del
estómago y se empezó a deshidratar, estaba desesperada, no tenía dinero para
comprar los medicamentos. Fue allí donde conoció a una chica que le comenzó a ayudar,
era trabajadora sexual, pero el dinero que le daba no le
alcanzaba y le dijo que tenía que trabajar.

Pudo haber vendido frutas en la calle, pudo haber lavado
ropa, pero al final de cuentas escogió el trabajo sexual. La trabajadora sexual tiene la ventaja de que recibe el
dinero inmediatamente y eso le ayuda a cubrir necesidades que en ese momento
para ella eran muy importantes. Era muy joven para entenderlo, vivía sola, en
extrema pobreza, y en ese momento se decía a sí misma que lo hacía por
necesidad.
“Este oficio no es
nada fácil, como lo ve la mayoría de personas. Hay gente que entiende nuestro
trabajo, pero existen otras personas que nos critican y nos insultan, para mí,
cuando una se para en la calle no es por gusto, es un trabajo bastante
complicado, porque siempre se vive un riesgo, como enfrentamientos entre
compañeras; las más antiguas en el oficio hacen problemas a las más nuevas.
Pero Cuando una chica nueva entra al negocio la animamos a que sea feliz, a que
su autoestima suba. La animamos a que dé los pasos necesarios para lograr sus
objetivos. No fomentamos el trabajo sexual.”, así se defiende una y otra vez
Carolina.
“No me puedo quejar, pero al llegar del trabajo me siento
en la sala y me pregunto: ¿Por qué no tuve el valor suficiente para reaccionar
cuando las personas se aprovecharon de mí y me violentaron? Me consuelo siempre
al saber que Dios me dio la oportunidad de salir adelante después de haber
pisado fondo y pensar en quitarme la vida. De esa desgracia salió mi fortaleza,
con la cual vivo ahora orgullosa: mis hijos”. Con estas palabras, Carolina
termina de contar su vida, basada en el sufrimiento y el dolor de ser una
trabajadora sexual.
me gusto la redacción, también los elementos que usa para narrarla
ResponderEliminargenial..........el verdadero periodismo se lo vive y luego se lo cuenta...........
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