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De docente investigador a Mama Negra


Por: María Belén Guerrero


Tres horas de maquillaje. Varias sastrerías fueron visitadas, una semana resultaba muy corta para la confección de un traje con semejantes características. Se necesitaría un milagro para que, con tan poco tiempo, una sola persona pudiera vestir nada más y nada menos que a la Mama Negra.

Es 18 de enero, lunes, 15:45. El altavoz, ubicado en la plazoleta de San Felipe, Latacunga, repite: “se va a dar inicio al gran pregón de fiestas de la Universidad Técnica de Cotopaxi”.

La gente grita ¡ahí viene La Mama Negra!, Carlos Torres Miño, director encargado de Investigación Científica de la Universidad Técnica de Cotopaxi es el personaje principal. “Ha sido PhD” murmuran los que observan los bordados de los pañolones, mientras otros comentan: “ya que no tuvimos Mama Negra en septiembre ni en noviembre, la tenemos en enero”.

“La nominación de los personajes cayó como baño de agua fría, pero lo hemos asumido con respeto, con responsabilidad y, sobre todo, con esa alegría que nos caracteriza a los utecinos”, dice Carlos con emoción.

El sol de la tarde invita a hombres y mujeres a sacudir sus sombreros para intentar, con un soplo de aire, desvanecer el  rojo de sus rostros. El paisaje urbano de la calle 5 de Junio cambia de a poco. Un despliegue increíble de colores. Ponchos, faldas, sombreros, zamarros, caretas, vestidos, blusas bordadas, alpargatas, instrumentos y  música ecuatoriana dan una tonalidad llena de vida a la urbe.

La gente se da cita en las aceras para animar a La Mama Negra que va cabalgando en su caballo, vistiendo con gallardía los exquisitos y coloridos ropajes: faldones, blusas bordadas, joyas y bellos pañolones, que durante el recorrido, ayudado por dos personas, son cambiados en cada esquina.

Lleva en su mano izquierda a su ´hija menor´, una muñeca negra a la que hace bailar picarescamente. Con su otra mano, de vez en cuando aprieta un chispero lleno con leche, que va lanzando a los espectadores que se esquivan y se divierten. Es guiada por seis personas que visten exactamente el mismo color de su faldón, llevan la cara pintada de negro y gafas oscuras que impiden conocer sus miradas.

Carlos Torres es querido y admirado. Las palmas, el donaire, sonrisas y pasión se mezclan en uno solo para llenar de gozo el rostro de La Mama Negra, que con una enorme sonrisa se exhibe a los latacungueños.

-¡Que viva la Universidad Técnica de Cotopaxi!
-¡Que viva!, responde la gente bailando, cerca del caballo, los san juanitos y  alzando las copas.
-¡Que viva Latacunga!, nuevamente va gritando con voz fuerte La Mama Negra, mientras se divierte y lanza besos volados.

Las voces de alegría piden que el caballo se detenga, con el pulgar de la mano derecha arriba La Mama Negra posa para plasmar aquel momento en una fotografía. Otros extienden sus copas, a lo que La Negra realiza el gesto de ¡salud!, y contesta: “gracias, muchas gracias”.

Durante el camino, que es agotador, en la calle Félix Valencia, La Mama Negra pedirá a sus compañeros que se detengan para beber un poco de agua, frunce el ceño para respirar profundo, jadeante de cansancio, mientras le cambian el pañolón; se acomoda nuevamente y continúa su recorrido.

El final de la tarde llega y con ella el cansancio de los participantes se hace notar. La calle Quito trae como fin la Plaza de San Agustín. Ya se ven sentados en las veredas a los participantes de las comparsas, sombrero abajo, el sudor resbala de sus rostros haciendo entender el enorme esfuerzo que representa haber vivido esta fiesta. Mucha gente se ha reunido ya a la espera de que la Mama Negra llegue.


El proceso de maquillaje se ve ya un poco atropellado, seguramente es el ´puro´ el que ha puesto los labios de la Negra despintados y resecos,  pero no callados. Con el puño arriba se escucha nuevamente de esos mismos labios gritar: ¡que viva la Universidad Técnica de Cotopaxi!

Comentarios

  1. "Sin Palabras".... Me he quedado anonadada al leer un artículo de estas características.... Muchas felicidades por un trabajo de esta categoría, si antes me sentía orgullosa de ser UTCina, ahora estoy feliz y conforme al ver la calidad de profesionales que a diario nos formamos en los salones de nuestra querida UTC...... Éxitos y Bendiciones....

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