Callejeros en acción


Sobreviviendo en las calles


Por: Juan Altamirano


La Av. Benjamín Terán, a la altura del Mall La Maltería, en el norte de la ciudad de Latacunga, bajo el sol del mediodía. El semáforo se pone en rojo y los vehículos se detienen. No más de un minuto y, sin embargo, tiempo suficiente para que los malabaristas ofrezcan su espectáculo.

Pasajeros y conductores de los autos los vemos casi siempre en los fines de semana “jugando” bajo los semáforos. Algunos, conscientemente observando y deleitándonos con esos malabares, entregamos de buena gana un par de monedas, nunca más allá de un dólar, otros en cambio ni siquiera se dignan bajar los vidrios de sus carros para intentar “pagar” por tan elegante y sencillo acto de malabarismo.

Algunos conductores, consientes del trabajo que realizan estos malabaristas, les felicitan y les dan ánimos para que continúen en este arte callejero. Es en este momento en que ellos sienten que sus vidas cobran sentido.

Es el caso de Juan Endara, joven malabarista y artesano de 25 años de edad, que según dijo, tiene recorrido gran parte de nuestro país con sus  “juguetes”, como él llama a los implementos que utiliza para su trabajo, los cuales le permiten ganarse el pan de cada día y vivir la vida.

En un momento de descanso nos acercamos a él y lo abordamos con cierto recelo, pero él al vernos, con mucha sinceridad y alegría nos animó a hacerlo. Con una reluciente sonrisa expresa que esto es parte de su vida, pues mediante ello conoce a mucha gente, se divierte y es libre. Pero en el medio que se desenvuelve no todo es alegría, pues acota que en su trabajo encuentra gente de todo tipo, existe aquella que pese a no colaborar económicamente le brinda su atención, una sonrisa y un gesto de admiración, lo que le impulsa a seguir adelante.

Por otro lado se encuentran personas que ni siquiera bajan el vidrio de sus autos, peor aún una colaboración, no muestran ningún tipo de interés por su trabajo, a pesar de esto  ya se acostumbró a tratar con estas personas y no deja que le afecten en nada estas actitudes.

Juan tiene ideas definidas y radicales. Por ejemplo, en cuanto a lo que la sociedad pueda pensar acerca de su forma de “ganarse la vida”, dice que no le importa lo que piensen. Solo le pide a Dios cada día que se despierta que siempre lo proteja y lo ayude.

Hacer malabares bajo los semáforos no le proporciona lujos, pero a él no le hacen falta, vive en hoteles pagando 4 o 5 dólares, “no tengo casa a donde llegar, por lo tanto no necesito cosas. Uno se acostumbra a vivir de este modo”, dice.

Cuenta Juan que los malabares que él realiza con las clavas, antorchas, golos y otros artefactos son producto de mucho tiempo de dedicación y entrenamiento diario. Para ir perfeccionando los “trucos”.  “Esto del malabarismo es una progresión, uno aprende un truco y luego otro y otro”. Dice que cuando sus reflejos ya no sean iguales que ahora se dedicará a la artesanía para continuar su vida.

Esta pequeña conversación la llevamos a cabo el sábado 11 de mayo en las calles de nuestra ciudad, Av. Benjamín Terán y Panamericana Norte, frente al Centro Comercial La Maltería.

Además debo mencionar que Juan Endara es un joven nacido en el cantón Cayambe, de la provincia de Pichincha.

Nos despedimos de Juan, un muchacho con muchas ilusiones de vivir la vida como él lo cree. Piensa que la libertad es una buena razón para vivir en las calles. Nos invita para que le veamos en su acto y nosotros salimos satisfechos de haber conocido una parte de su vida. Gracias amigo por habernos atendido en tu casa… la calle.

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