Flores: un aroma que podría no gustarnos
POR: MARCO
ALTAMIRANO
El sector
florícola en el Ecuador ha tenido un marcado crecimiento en los últimos 5 años,
que va de los 473 millones de dólares en el 2007 a los 740 millones de dólares
en el 2012, y según datos entregados por Alfonzo Muñoz, funcionario de la Secretaría
Nacional de Planificación (SENPLADES) zonal 3, “es uno de los principales
rubros de exportación en nuestra zona centro del país”.
Este sector
productivo genera aproximadamente 100 mil empleos, entre directos e indirectos
en todo el territorio ecuatoriano, de lo cual un equivalente al 25% corresponde
a la zona centro del país, es decir, Tungurahua, Cotopaxi y Chimborazo, según
la página oficial de la Asociación de Productores de Flores del Ecuador.
Alrededor de 25
mil familias dependen de la producción y comercialización de flores, cuyo
principal mercado es el de Estados Unidos, con un 40% de total de
exportaciones. Para Patricio Gutiérrez, funcionario del Ministerio de
Relaciones Exteriores del Ecuador, el principal problema que enfrenta este
sector en la actualidad es el de la culminación de las preferencias
arancelarias, “lo que sí nos está afectando ahora es que no nos renovaron las
preferencias arancelarias, que eran unas salvaguardias de aranceles para
ciertos productos ecuatorianos. Los más importantes que tenían este beneficio
son las rosas, brócoli y atún en lata”.
Sin embargo, afirma, “son productos
que están encontrando nuevos mercados, es difícil pero poco a poco lo van
haciendo, y quienes quieren seguir exportando a Estados Unidos se benefician
del bono que da el Estado a los exportadores para compensar esos aranceles. Ellos
se benefician de esta compensación (bono) y nosotros les ayúdanos a buscar
otros clientes en otros países”.
Para este Máster en Administración,
en este campo podría existir un riego latente, que sale de las manos de toda la
actividad que se desarrolla en Ecuador, tanto para apoyar a este sector como
para superar los problemas de mercado: “El riesgo al que todos le tenemos miedo
es que haya una nueva crisis en Estados Unidos, como en 2008, en ese entonces no compraban nuestros productos
porque no los podían pagar, no porque no los querían o porque no los necesitaban”.
Las consecuencias afectarían no solo
a este sector, si no a la economía nacional, “Primero el descontrol en el
equilibrio fiscal que debe tener un país. Gastar más de lo que ingresa, puede
llevarte a una crisis, eliminar los medios de producción, etc.”; pero la
principal consecuencia en nuestro país y, específicamente en la provincia de
Cotopaxi, sería el desempleo.
Según Alfonzo
Muñoz, “los mayores beneficiados de este sector no son los pequeños ni medianos
productores, son los terratenientes, los dueños de los medios de producción”.
Para él, uno de los principales factores de riesgo del sector es “la falta de
organización y competitividad”, y añade que “incluso en este tema de las
florícolas la política pública apunta a favorecer a los pequeños y medianos productores,
pero con ciertas consideraciones, entre
éstas la de ser agroecológicos”
Como ha ocurrido
ya en muchas empresas que han quebrado, o simplemente han dejado de producir, y
tomando en cuenta el elevado número de ellas, no existiría una forma en que la
política pública pueda revertir o corregir los miles de empleos que se
perderían.
Por otro lado, desde
un punto de vista técnico, el sector florícola podría ser causante, en
determinado momento, de problemas ambientales y económicos serios, como lo
expresa el Ingeniero Agrónomo Santiago Jiménez: “los pequeños productores
tienen que vender a precio de huevo su producto a los grandes productores, para
que éstos puedan cumplir con los tonelajes requeridos para las exportaciones,
entonces ellos ya no son exportadores, sino intermediarios, otro factor es el del
desgaste del suelo; y otro es que se está eliminando a los pequeños
comercializadores de agroquímicos, que también viven de las flores, ahora están
haciendo una asociación directa con las grandes empresas multinacionales. Agrocalidad
elimina ciertos productos químicos del mercado, pero estas empresas los venden
directamente a las florícolas, con otro nombre, aunque el costo de producción
ya no les resulta. También la mano de obra tiene mucho que ver, hay muchas
florícolas transnacionales que se han ido a países como Colombia o Perú, donde
pueden conseguir mano de obra más barata”.
Este profesional
también hace una reflexión sobre la diferencia entre pequeños y medianos
productores, así como entre éstos y las grandes empresas productoras de flores:
“los pequeños y medianos productores no pueden aguantar económicamente ciertos
problemas, mientras que las grandes empresas sí”.
Al tratar sobre los
posibles riesgos, Jiménez afirma: “no es que sean posibles riesgos, ya está
pasando, varias empresas productoras de flores han quebrado, y obviamente esas
tierras sufren un gran desgaste, ya no pueden ser netamente productivas, y hay
que hacer un estudio del suelo para ver si se puede cultivar productos de
consumo en ellas”.
Por el lado de
los productores, Augusto Merizalde, propietario de Merizalde Ramírez Flowers, sostiene: “todos los problemas
comerciales que el Estado ecuatoriano pueda tener con otros países, es innegable
que afectan, porque sí afectan, pero qué más nos toca, bailar al son que nos
toquen”.
El área
productiva de las florícolas en el Ecuador es un negocio que crece año tras
año, y que brinda empleos a más de 100 mil personas, pero no es un sector
intocable, al que nada lo puede afectar, al contrario, existen muchos factores
ambientales, económicos y políticos que pueden golpear duramente tanto su
producción como su comercialización, el peligro más grande sería una crisis
económica o una recesión en los principales importadores de flores ecuatorianas,
como son los mercados de Estados Unidos y la Unión Europea.
La gestión del Estado
ecuatoriano, tras la eliminación de las preferencias arancelarias con Estados Unidos,
ha sido oportuna, abriendo nuevos mercados, pero también es cierto que dentro
de la política pública no está planteado apoyar directamente a este sector, si
no más bien desde una visión meramente diplomática.
El gobierno
ecuatoriano no cuenta con un plan de contingencia para rescatar del desempleo a
alrededor de 100 mil personas, que serían las principales afectadas tras
desatarse una crisis en el sector florícola en el Ecuador. Así como
alternativas en el ámbito económico para enfrentar los efectos que sufriría la
economía del país, en especial en Cotopaxi, donde existe un gran número de
estas plantaciones.
Las políticas
estatales están más enfocadas en abrir los mercados para la exportación, pero
los pequeños y medianos productores tendrán que seguir siendo proveedores de
los más grandes, y los más grandes seguirán siendo los más favorecidos
económicamente.
Los productores
mantienen una posición neutral, únicamente haciendo su trabajo, con o sin apoyo
gubernamental, con tratados o sin ellos, pero pendientes de los posibles
cambios y alertas de los riesgos.
El panorama,
tras una eventual crisis de este sector, seria: 400 mil personas desempleadas,
casi un millón de hectáreas del territorio ecuatoriano abandonadas, y
contaminadas, y una crisis económica nacional. Para muchos, un escenario de
caos, y no existe ningún plan de contingencia emergente que sea capaz de
enmendar o reducir el daño.
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