Monserrat Astudillo, la necesidad de creer en un mundo de sueños
Por
Ximena Garzón
"Todo lo que he querido me ha llegado,
porque tengo la filosofía de que uno construye desde adentro para que las cosas
sucedan. Escucho mucho a mi corazón"... Con estas palabras se expresó la
actriz de teatro, cine y televisión Monserrath Astudillo, quien dice estar
"cosechando los frutos de tantos años de esfuerzo". Reconocida por su
larga trayectoria y su participación en series cómicas, telenovelas y películas
a nivel nacional e internacional, señala que para llegar hasta donde está sólo se
ha dejado llevar por las circunstancias. No se pone límites ni barreras a la
hora de hacer teatro y actuación, porque se considera una mujer rebelde, sensible,
sencilla, humilde y sobre todo libre.
La actuación es algo que lleva en las
venas y desde muy pequeña, mientras las demás niñas jugaban con muñecas, ella imitaba
a las actrices que veía en televisión. Cuando terminó sus estudios superiores
en el área de Comunicación Social, decidió salir de su natal Cuenca para ir
detrás de sus sueños, teniendo en mente su único objetivo, que era transmitir a
través del arte mensajes que lleguen a lo más profundo de las personas. Fue
entonces que su pasión por el teatro la llevó a tomar la decisión de radicarse
en Quito y así poder iniciar sus estudios de actuación, en la Escuela de Teatro
Malayerba, y en otras instituciones, como "El Teatro del Cronopio".
Monserrath cuenta que ésta fue una
etapa muy difícil, incluso tuvo que hacer teatro callejero para sobrevivir. Pero
sin embargo lo tomó como aprendizaje y entendió que necesitaba superarse a sí
misma, para llegar a ser alguien en la vida y para ello tenía que trabajar duro.
Para la actriz, no existen los papeles pequeños, a todos les otorga la misma
importancia, porque gracias a esos personajes “chiquitos” ella se dio a
conocer. Por eso recuerda con mucho cariño sus inicios en los dramatizados:
"Pasado y Confeso" y luego su paso por las series "No te
aburras" y "Las Zuquillo",
en la que interpretó a "Luchita", papel que la hizo crecer en
el mundo de la actuación.
Posteriormente comenzó a indagar el
tema de los monólogos, con obras como "La llave del armario", que fue
realizada con el fin de que la gente se identifique con el dolor que sentía en
aquel momento tras la muerte de su madre. En estos últimos años, con sus
monólogos "Tengamos sexo en paz" y "Sexo en paz 2", ha
realizado varias presentaciones en diferentes lugares del país y, esta vez, le
tocó el turno a Latacunga, el jueves 29
hasta el sábado 31 de mayo en la Casa de la Cultura Ecuatoriana (CCE) Benjamín
Carrión Núcleo de Cotopaxi. La actriz interpretó el personaje de la sexóloga “Lola Puvis Lepú”, quien imparte
una charla sobre las relaciones de pareja mediante un diálogo abierto, donde el
humor y la ternura se apoderan de cada línea.
Su marcado acento, propio de Cuenca,
ciudad de origen de la actriz, se evidenció más en la serie “Las Zuquillo” y
este no fue un impedimento para su carrera, sino más bien le ha servido de
impulso, aunque en ocasiones lo ha tenido que cambiar para poder hacer otros
personajes.
Con una amplia trayectoria en la actuación y
teatro, Monserrath no siente que haya tocado “el cielo con las manos”. Actúa
por amor, porque es grato que reconozcan su trabajo y, poco a poco, escala
hacia el éxito. La actriz señala que hay una cosa que aprendió desde muy
pequeña: la humildad que sus padres y abuelitos le inculcaron, para ser una
persona soñadora y emprendedora.
Menciona que las virtudes las heredó
de sus seres queridos, su familia siempre le ha brindado apoyo incondicional.
En ese mismo sentir, la actriz cuenta que quiere mucho a su sobrino, Matías, de
ocho años, quien le enseñó el amor incondicional. Se sabe todos los monólogos y,
aunque no entiende bien el contexto de algunas cosas porque es un niño, siempre
los corrige.
Monserrath se define como una mujer muy
práctica, que no se complica para nada, a pesar de ser perfeccionista. Se
acopla según el espacio en que se mueve y toma muy en serio su profesión. Aunque
a la actriz no le gusta hablar mucho de su vida privada, revela que sus padres
y abuelos le ayudaron desde su niñez a conseguir la felicidad absoluta y a
valorar todo lo que se encuentra a su alrededor.
Monserrath, físicamente tiene la misma
estatura, pero no ha dejado de crecer. Su mayor fuente de expresión son sus
claros e intensos ojos cafés, que transmiten lo que verdaderamente siente hacia
las personas, el color que prefiere es el negro y disfruta de la música
alternativa y africana, busca en ella contenidos que tengan sentido y expresen
mensajes de reflexión. Entre los sobrenombres que más le han atribuido con
cariño a la actriz están: “monchis”, “puchunga”, “ratona”, que la hacen sentir
bien consigo misma y con los demás.
Todas las características mencionadas
hacen que Monserrath Astudillo sea única, mostrando humildad como una persona “común
y silvestre”, que busca tener éxito en la vida, pero compartiendo siempre con
las personas que la rodean y la han apoyado a largo de su carrera.

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