Pluma y tinta




EL discurso de la “rehabilitación social” y la realidad, no se parecen

Por: Mishel Molina


¿Se ha preguntado usted qué es lo que pasa dentro del Centro de Rehabilitación Social Regional de Cotopaxi, o cómo viven en ese lugar las personas privadas de la libertad? Existen muchas interrogantes e indignación en los familiares de los recluidos, es el caso de Wendy Lucero, quien comenta que cuando visitó a su tío se llevó una gran impresión: la pérdida de peso, las malas condiciones en las que se encontraba su familiar, el verlo enfermo la impactaron. Wendy también señala que este centro de rehabilitación no brinda los servicios básicos que merece una persona, así sea un recluso, pues recalca que no existe suficiente agua, ni comida necesaria para el número de detenidos.


En este lugar también laboran personas que prestan servicios médicos, y afirman que: “los servicios primordiales son precarios”, como el agua, que no se encuentra purificada, incluso los alimentos causan malestar estomacal a los reos. El presidente Rafael Correa y las autoridades encargadas muestran una situación que no se asemeja a lo que realmente sucede en este “centro de rehabilitación”. Todo indica que el discurso que se hace sobre las nuevas cárceles es nada más  que una estrategia del gobierno para trasladar el problema desde el centro de Quito a Latacunga, y tratar de ocultarlo de ese modo. No se midió el impacto que causaría a la ciudadanía, a las personas privadas de la libertad y a sus familiares.  

De fuera se puede observar una infraestructura muy bien adecuada, pero la construcción aún no culmina en su totalidad, y todavía queda ese vacío de saber realmente ¿Por qué se trasladó este centro a la provincia? Por años se situó en Quito, y sin duda alguna para el sector en donde se mantuvo ubicado este centro, también fue un malestar, que hoy los latacungueños enfrentan, es decir, se trasladó el problema a otro lugar, mas no se le ha dado solución. La ciudadanía debe  prestar la importancia que este tema merece, los centros de rehabilitación albergan a miles de seres humanos, que por errores cometidos en algún momento de su vida ahora pagan una condena para tratar de remediarlos, pero esto no les impide exigir sus derechos como seres humanos, y poder emprender una verdadera rehabilitación.

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