Callejeros en acción


UNA NOCHE ROMÁNTICA EN JUNIO

Por: Tamara Calahorrano

Caminar entre la suave brisa que enfría tus mejillas, percibiendo un olorcito a época de fiesta, es sentir aquellos tiempos en los que la música blanda se apodera de tus oídos, uniéndote al único clamado de las voces incandescentes que, con anhelo y ansia, te llaman con una melodía calurosa, que envuelve tu presencia. Las luces encendidas iluminan las angostas calles que rodean un mundo vegetal, es ahí donde el mejor momento llega, la angustia se apodera de la próxima taquicardia que vivirás en instantes.

De pronto, tu memoria viaja a través del tiempo y recuerdas que solo bastaba un momento para disfrutar de toda una historia. Las 20h00, y empieza la noche inolvidable, la mirada confusa de una pequeña doncella es al mismo tiempo de alegría, al observar un arco iris de colores, dibujando el cielo cual rosal de pureza del alma, conmoviendo hasta el mínimo sentimiento de quienes están a su alrededor.

Descubres no estar sola en aquella serenata, hay miles de personas esperando el momento ideal para sorprenderse con los viejos pasacalles que pronto se apoderarán de tu sentido auditivo, y estallará tu sonrisa como aura de madrugada, para iniciar con la melodía más humilde del pueblo pujilense. Entonces, varias voces escucharás interpretando música de épocas antiguas, y el son de la guitarra empañará la mirada de muchos.

Aún vive el plácido momento de disfrutar, un color opaco rodea los árboles del parque Luis Fernando Vivero, del cantón Pujili, son  pequeñas lucecitas que acompañan el momento del evento, las casas coloniales que aún perduran a su alrededor, hacen que este encuentro artístico se viva con la misma intensidad de quienes lo interpretan.

La iglesia central estaba presta para admirar a los grupos musicales que se ubicaron ahí esa noche, la luz incandescente que la rodeaba, hacia vivir un momento fuera de esta época, las personas mayores aplaudían al ritmo de los sets musicales, bailando algunas canciones de recuerdo y hasta una canela se tomaron, para calmar el poderoso frío que emanaba junio en esa noche romántica.


Terminas sintiendo que los árboles flamean como banderas, que el viento que rodea a varias de las personas que están presentes se apodera de la noche fría, y que no solo la música llega a tus oídos, sino también el ruido del viento que choca con las hojas secas de los árboles, como una pandereta. Esa noche la vivirás como la última noche romántica de junio.

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