Lupa en mano

Doble asesinato por herencias


Por: Jesica Álvarez, Caren Candelejo, Mayra Caguano, Rocío Chiluisa, Elizabeth Pajuña



 En el barrio Yatchil Campo Alegre, cantón Píllaro, Magdalena Quinga, de 31 años, y su hijo Lenin Quinga, de 1 año tres meses de edad, fueron encontrados enterrados en el interior de la vivienda de su hermano, Oswaldo Quinga. Los moradores del barrio afirman que quien cometió el crimen fue el dueño del sitio donde se realizó el hallazgo, pues desde hace un tiempo atrás la víctima había sido amenazada de muerte por el individuo.

Carmen Lescano, prima de la fallecida, afirma que Magdalena y su hijo desaparecieron sin dejar rastro alguno, el viernes 10 abril. Carmen se habría percatado que su prima no había llegado a la casa hasta el sábado en la mañana, por lo que dio aviso a todos sus familiares y alertó a la comunidad sobre la desaparición, sin embargo, la búsqueda comenzó recién el domingo a tempranas horas de la mañana, por los alrededores de la comunidad. Al no encontrarlos, los comuneros y sus familiares sospecharon del hermano, Oswaldo Quinga, y de su esposa, puesto que días antes la difunta habría recibido constantes amenazas por parte de la pareja.

La comunidad, enardecida, se dirigió a la vivienda del sospechoso, empezaron a interrogarlo acerca del paradero de su hermana, y al no contribuir con información y mostrarse nervioso, los comuneros optaron por aprenderlo a él y a su cónyuge y llevarlos a Chaupiloma (una comunidad aledaña), donde fueron sometidos a baños de agua helada con ortiga, y castigados para que confiesen dónde tenían a las víctimas, ya que hasta el momento todos asumían que solamente habían sido secuestrados. “Luego de varias horas declara el macabro hecho y confiesa haber asesinado a Magdalena y a Lenin, (madre e hijo), a quienes los tenía enterrados en un gallinero, en la parte posterior de su vivienda”, afirmó Ángel Chicaiza, quien estuvo presente en el momento de la confesión.

Gloria Saquinga, vecina de la difunta, comenta que “en tiempos pasados los hermanos se llevaban bien. Cuando falleció la mamá comenzó el problema de la herencia, la familia Lescano quedó de acuerdo en cuidar los terrenos y en repartirlos de forma equitativa, cosa que nunca sucedió”.

María Lescano, tía y madrina de la fallecida, afirma que la esposa del acusado “tenía problemas con los habitantes del barrio, al parecer consumía drogas, creo que era la razón por la que peleaba con todos, Oswaldo era muy agresivo, hasta el punto que le agredió a su propia madre” .
Los moradores de barrio diocen encontrarse atemorizados, porque afirman que existen amenazas de muerte por parte de los acusados.

Según Orlando Lescano, presidente del barrio Yatchil Campo Alegre, sostiene que “los pobladores se encuentran consternados por este hecho, piden justicia y que sean sentenciados con todo el peso de la ley”, además, añade que los responsables del doble asesinato nunca podrán regresar a su hogar, y si lo hacen serán incinerados.


CAMPO ALEGRE, ¿O CAMPO DE TERROR?


Un radiante sol, ambiente fresco y paisajes relucientes, así recibe Yatchil Campo Alegre a los visitantes, lugar en el que la comunidad no parece hacer honor al nombre del barrio, pues ahora se percibe un ambiente de soledad, tristeza, abandono e injusticia. La primera e impactante tragedia del doble homicidio marcó a toda la comunidad, al transitar por las calles todos los moradores se ven temerosos, llenos de dolor, angustia e indignación por este lamentable acontecimiento.

Gloria Saquinga, muy intranquila, con un rostro lleno de tristeza y preocupación, con voz quebrantada, relata el impacto que causó el doble asesinato: “Lo triste no solo es la forma de la muerte de Magdalena, una vecina alegre, atenta, con un carisma único, que hacía que todo aquel que con ella hablaba creara un lazo de amistad instantáneamente; sino que la tragedia fue ocasionada por su propio hermano, un hombre que antes de casarse era amistoso, alegre con todos, sin embargo, al contraer matrimonio se volvió mal humorado y poco sociable”. 

Los moradores, temerosos, miran la casa donde se dio el fatal hecho, como si fuera una casa de terror, toda destruida por dentro y por fuera, sin rastro de quienes la hacían su hogar, ahora se encuentra solitaria y con un aspecto macabro, a sus alrededores un paisaje reluciente hace que los extraños que por ahí pasan no sospechen de aquel fatal hecho. 

Al atardecer, sus familiares, resignados por este hecho que causó tristeza, dolor, agonía, desesperación y conflictos, recuerdan la pérdida de una mujer luchadora, que no le importó ser madre soltera y siempre se esforzó por el bienestar de su hijo y su hermana, que sufre un 81% de discapacidad. Ahora se aleja de este mundo, junto a su hijo, dejando un enorme vacío en sus corazones. 

POR UNA HERENCIA

Carmen Lescano, prima de la víctima, tenía una relación muy cercana con ella, por lo que dice conocer los problemas que había entre Magdalena y Oswaldo (hermanos). Ella muchas veces presenció las peleas y las amenazas de muerte que Oswaldo habría proferido frecuentemente. 

¿Cómo se percataron de la desaparición de Magdalena y su hijo? 

Yo vivo más arriba de la casa que pertenecía a mi difunta prima, en la mañana del sábado fui a verla porque cuando el lechero llegó a recoger la leche de su casa, ella no salió. Fue raro porque siempre entregaba la leche, y me comencé a preocupar, fui hasta su casa y no la encontré, solo vi a María Quinga, mi prima, que tiene 81% de discapacidad, llamé a Carmen Toapanta porque el día anterior estaba con ella, muy preocupada Carmen vino hasta la casa de Magdalena. Cuando llegó y vio las cosas que en Salcedo compraron juntas, rápidamente dijo: “No, mi prima no llegó a la casa, algo le pasó”. Entonces alertamos a toda la familia Lescano para buscarla. 

¿Por qué sospecharon de Oswaldo Quinga, hermano y tío de las víctimas? 

“Porqué él le amenazaba constantemente, cada que Magdalena pasaba por frente de su casa él le agredía con malas palabras, a pesar de ser hermanos, Él no la respetaba y no la quería, además ya era costumbre que pelearan por los terrenos. Incluso él ya había agredido a su propia madre, por lo que sospechamos directamente de que él la tenía secuestrada, sin imaginarnos que ya le había matado”. 

¿Cómo supieron que el cuerpo de Magdalena se encontraba en la casa de Oswaldo, su hermano? 

Porque la comunidad le apresó y le forzó a que confiese dónde la tenía, y él dijo que ya le había matado y que estaba enterrada en el gallinero que está detrás de su casa. 

¿Sabe usted como fueron asesinados? 

Yo no vi el momento que levantaron los cuerpos, porque yo estaba en la policía para que no le dejen libre, pero los que vieron me contaron que mi prima y su hijo estaban desnudos y con golpes en todo su cuerpo. Oswaldo había confesado que él y su esposa les habían ahorcado con una chalina, pero en el reporte de la autopsia sale que murieron por los golpes que les han dado, además, yo vi al bebe que tenía rasguñada la cara y sacado un pedazo de la nariz. 

¿Quién se hizo cargo de la hermana con discapacidad? 

Yo me hice cargo de ella, porque hubo una reunión entre la familia, y como yo vivo más arribita de ella, me ofrecí para cuidar a mi prima María. 

Sin embargo, ¿nota usted en ella que extraña a su hermana? 

Sí, ella antes no caminaba, dos descansos hacía con su hermana para venir a mi casa, ahora no, ella camina solita y llora, buscándole a Magdalena, ella tiene 51 años por lo que necesita que alguien la cuide ahora que no está su hermana. Ella se queda conmigo, pero nunca quiere cambiarse en mi casa, baja hasta la suya para bañarse y cambiarse. 

¿Usted alguna vez recibió amenazas de muerte por parte de Oswaldo? 

No, amenazas de muerte no, eso solo se las hacía a mi prima, pero siempre que yo pasaba por al lado de su casa él esperaba que esté más arriba y me gritaba: “metida, cochina y sucia”, yo solo escuchaba y no le decía nada porque era muy grosero. 

¿Por qué y quiénes destruyeron la parte de la casa de Oswaldo? 

Yo no puedo decir exactamente quienes fueron, porque aquí estaba toda la comunidad, que al enterarse que le mató a mi prima todos decidieron destruir esa casa, para que ellos se vayan de aquí. 

¿Cómo piensa usted que ha quedado la comunidad ante este hecho? 

Todos hemos quedado muy asustados, porque nunca se dio algo así aquí, y más la familia Lescano, que ha quedado separada y destruida por la muerte de mi prima y su hijo. 

Al final…

La muerte de Magdalena y Lenin Quinga, (madre e hijo) en “Yatchil Campo Alegre”, ha causado conmoción a toda la comunidad, porque es la primera vez que ocurre este tipo de acontecimientos. 

Todo indica que se produjo por disputas de herencias. Oswaldo Quinga, antes de casarse tenía una buena relación con toda su familia y vecinos, una vez que formó su hogar ya no era el mismo, posiblemente este cambio pudo haber sido por la influencia de su esposa, como afirmaron sus vecinos. 

La comunidad decidió detener a Oswaldo Q. y llevarlo a la casa comunal en Chaupiloma, porque ya sospechaba de él, puesto que desde hace algún tiempo la hoy occisa había recibido constantes amenazas de asesinato, y todo por la herencia que según Oswaldo le correspondían a él. Los comuneros consiguieron que el detenido confiese el crimen y seguidamente dieron aviso a las autoridades, trasladándose hasta la casa del sospechoso, donde encontraron los cuerpos sin vida enterrados en un gallinero, en la parte posterior de la vivienda. 

Mientras la policía hacía el levantamiento de los cuerpos, en la casa del sospechoso los habitantes de la comunidad pedían justicia por parte de las autoridades, y que no quede impune la muerte de las víctimas. 

Este tipo de casos de asesinato entre miembros de una misma familia es un problema recurrente en la sociedad, porque ya no hay seguridad ni siquiera entre la misma familia, mucho peor entonces, entre personas ajenas.





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