Mi presencia les perturba
Por:
Estela Naranjo
Mientras
espero a Luis Vega, un indígena latacungueño que emigró a Ambato, su esposa y sus
dos hijas preparaban la merienda. Una de ellas me dice que ya está por llegar
su padre del trabajo. “A él debe hacerle las preguntas”, dice. “Él es el
primero que vino y después llegamos nosotros. Pero debe esperar un poquito más
porque sale muy tarde del trabajo.”
A
lo lejos y a pie comienza a aparecer Don Luis. Me saluda con un rostro cansado,
pero con una sonrisa. “Para servirle a usted, soy Luis Vega Toaquiza”, dice.
Menciona que está agotado, pues trabaja como estibador en el Mercado Mayorista
de Ambato.
Le
empiezo a preguntar sobre su familia. Haciendo un esfuerzo explica que decidió
venir a Ambato hace veinte y siete años, con su esposa y tres hijos. “Era una
temporada de baja producción agrícola en Tigua”, recuerda. Primero llegó al
centro de la ciudad; allí vivía arrendando, pero, como todo campesino, extrañó
el campo y, hace seis años aproximadamente, decidió trasladarse a Quillán Loma,
un sector rural al noroeste de Ambato, en donde construyó su casa propia.
Tiempo después vinieron más familias indígenas conocidas por Luis, y se
asentaron cerca. Adicionalmente llegaron familias de Sumbagua y El Corazón.
La
relación con las personas originarias del sector era cordial y pasaron
desapercibidos. Hace un año aproximadamente, autoridades de Cotopaxi llegaron a
Quillán Loma a indagar sobre un caso de robo de ganado que se había suscitado
en Sumbagua y, supuestamente, el fruto del robo lo escondían en Quillán.
No
existieron pruebas. No encontraron el ganado, pero las personas del sector se
alarmaron y acusaron de ladrones a los indígenas. La conmoción fue tan grande
que el GAD parroquial y el teniente político, junto con la policía, organizaron
una marcha. A la movilización asistieron masivamente personas de Quillán Loma y
sectores cercanos, quienes amenazaron a las casi veinte familias indígenas
asentadas en la zona, con quemarlas vivas si algo similar vuelve a ocurrir.
Terminada
la marcha, los asistentes recibieron charlas de seguridad e inclusión. La
policía dialogó con ellos y les dio pautas para vivir en una comunidad
tranquila, sin inquietarse excesivamente por la presencia de las personas que
llegan de otros lugares. Al parecer, la capacitación que hizo el Cnel. Jaramillo
no fue muy útil, pues desde aquel incidente no existe buena relación entre los
indígenas y sus vecinos.
“Perdieron la confianza de Quillán Loma”, dice
Bolívar Erazo, morador del sector. Bolívar cuenta que con él la relación es
amena, aún después de la manifestación. Menciona que él también es migrante,
oriundo de Milagro, y por eso entiende y apoya a sus vecinos indígenas. “Yo
llegué en el setenta y tres, cuando no había casi nada en el sector, por eso la
gente de Quillán me conoce y me tiene respeto. Los indígenas son nuevos y por
eso son mal vistos por las demás personas”.
“Con
el resto de personas la tensión es grande, no pueden caminar por el barrio sin
que las miren mal”, dice Milton Pullopaxi, morador del sector. Milton destaca
la necesidad de un cambio de mentalidad en la mayoría de sus vecinos. “Nadie se
va de su tierra porque quiere. A nadie le gusta dejar a sus familiares, hay que
saber comprender”, añade.
El
rechazo que perciben actualmente los indígenas en el sector ha provocado un notorio
aislamiento. Los indígenas se han creado dos tiendas, las que abastecen a todos,
sin que exista necesidad de comprar en otras tiendas del sector. Ocupan el
transporte público, pero una de las familias tiene un taxi, y ese es el medio
de transporte que más utilizan.
Luis
Vega dice tener una relación estable con los quillanlomeños. “Yo me llevo bien
con todos hasta ahora, porque saben que nadie de mi familia fue acusado”,
expresa. Añade además que es el indígena pionero en llegar al sector y se ganó
la confianza y el aprecio de sus vecinos desde el principio. Ahora Luis es
visto como una autoridad por todas las familias indígenas, que valoran su correcta
forma de ser.
La
migración es un problema que afecta a todo el mundo. Los motivos son varios y
conocidos, el principal es mejorar la situación económica. Desde que llegaron a
Quillán, la situación de estas personas no ha mejorado mucho, la mayoría sigue
siendo de estibadores y jornaleros, pero, ¿qué están dispuestos a hacer los
padres por brindarles mejores oportunidades a sus hijos? Casi la totalidad de
sus hijos estudian en el centro de la
ciudad, pues la educación es mejor; con ello se espera que las nuevas
generaciones mejoren sus condiciones y se constituyan en personas integradas a
la sociedad. Aquí cabe mencionar el dicho popular: “Nadie es profeta en su
propia tierra”.
Comentarios
Publicar un comentario